Doctrinas
La Iglesia Luterana tiene sus doctrinas fundamentadas en las Sagradas Escrituras – la Biblia.
Verdades Fundamentales:
LA BIBLIA
Los luteranos enseñan que la Biblia es, en todos sus términos, la palabra de Dios, consecuentemente, todos los hechos relatados son absolutamente verdaderos. La Biblia se interpreta a sí misma y es la única verdad divina conocida sobre la tierra, anuncia la salvación por la fe en Jesucristo y por lo tanto debe ser diligentemente oída y estudiada. Referencias: 2 Pedro 1:21; 1 Corintios 2:13; Juan 5:39; Lucas 11:28.
DIOS TRINO
Los luteranos enseñan que Dios es trino. Esto es, un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Estas tres personas son iguales, ignorar o negar uno es rechazar a todos. El Dios trino es el Creador, Redentor y Santificador. Referencias: Deuteronomio 6:4; Mateo 28:19; Juan 5:23; 1Juan 2:23; Génesis 1:1; 1 Juan 2:1,2; Romanos 15:13.
EL HOMBRE
Los luteranos enseñan que el hombre no es producto de una evolución, sino que fue hecho por Dios en un acto directo de creación. Le fue dada un alma inmortal, dotada de perfecta santidad y creada para vivir eternamente; al no permanecer en obediencia a la voluntad divina, rompió la comunión íntima con Dios y quedó totalmente inclinado al mal y sujeto a la muerte. Por eso en su estado natural, no puede, por cualquier poder o fuerza de su parte, restablecer las relaciones con Dios. Referencias: Génesis 2:7; 1:27; Génesis 3; Salmo 14:3; Romanos 5:12; Isaías 64:6; Salmo 143:2; 1 Corintios 2:14.
LA LEY DE DIOS
Los luteranos enseñan que la ley de Dios exige pensamientos, palabras y acciones perfectas; la ley condena a todos aquellos que la transgreden. La ley no puede salvar a los hombres porque nadie puede cumplirla a la perfección; su función principal es la de llevar al hombre al conocimiento de su condición de pecador. Referencias: Mateo 5:48; Levítico 19:2; Deuteronomio 27:26; Romanos 3:20.EL PECADO
Los luteranos enseñan que: cada pensamiento, palabra y hecho contrario a la ley de Dios es pecado. Cada ser humano es pecador de nacimiento y todo el mal en el mundo es consecuencia del pecado del hombre; el pecado lleva a la condenación eterna. Referencias: 1 Juan 3:4; Juan 3:6; Génesis 8:21; Romanos 5:12; Salmo 5:4.
LA JUSTIFICACIÓN
Los luteranos enseñan que todo cuanto era necesario para la reconciliación del mundo con Dios fue hecho cuando Jesucristo, cargando con el castigo que merecían los hombres pecadores, dio su vida en la cruz, y resucitó. Dios, a causa de la obra de Jesucristo, declaró a la humanidad libre de la deuda y culpa del pecado, esta justificación se hace realidad en la vida de la persona cuando el Espíritu Santo otorga la fe en la obra salvadora del Cristo y a través de la fe, cada persona que cree es declarada libre de su culpa y puesta en paz con Dios. Referencias: 2 Corintios 5:19; Romanos 5:18,19; Hechos 10:43; Romanos 3:22-24,28; Efesios 2:8.
LA GRACIA
Los luteranos enseñan que la gracia es la actitud y predisposición de bondad y compasión de Dios, mostrada al hombre pecador que no puede hacer nada en su propio beneficio. Dios viene en favor del hombre, aún cuando el hombre está en contra de Dios. La gracia es gratuita porque no está basada en ningún mérito u ofrecimiento de parte del hombre. Dios se encarnó en Jesucristo para beneficiar a toda la humanidad; todos han sido declarados justos a través de él, y ésta invitación de gracia se extiende a todos, si bien sólo se benefician con ella quienes la reciben por la fe. La gracia de Dios es revelada en el envío de Jesucristo como hombre, en la justificación del pecador, en su regeneración por el Espíritu Santo y en su glorificación. Referencias: Romanos 11:6; Efesios 2:1-10; Romanos 5:20-21; Romanos 3:21-31; Tito 3:3-7.
EL SALVADOR
Los luteranos enseñan que Jesucristo es el Hijo de Dios y que es igual al Padre en todos los sentidos, también es el hijo de la virgen María y que fue hecho hombre a fin de que pudiese redimir al mundo. Él satisfizo las exigencias de la ley divina en lugar de todos los hombres, guardando los mandamientos de Dios en nuestro lugar, cargó con el castigo de nuestros pecados sufriendo y muriendo en la cruz, en nuestro lugar, resucitó corporalmente de entre los muertos y hoy vive, vendrá visiblemente por segunda y última vez en el fin del mundo para juzgar a los vivos y a los muertos. Referencias: Juan 5:20, 23; 10:30; 14:9; Mateo 1:18-25; 1Pedro 2:22-24; Gálatas 4:4,5; 3:13; 1 Juan 2:1,2; Romanos 4:25; Juan 14:19; Hechos 1:11; 10:42.
EL EVANGELIO
Los luteranos enseñan que el evangelio no es una nueva ley, o ley superior, sino que es la revelación de la buena noticia de aquello que Dios en su gran amor y bondad hizo, hace, y continúa haciendo, por medio de Jesucristo para la salvación de toda la humanidad. El evangelio ofrece en forma gratuita a todos los pecadores la justificación lograda por Cristo Jesús. Por el evangelio de Jesucristo, Dios salva eternamente a aquellos que con fe aceptan sus promesas. Referencias: Ezequiel 33:11; 1 Timoteo 2:4; Lucas 4:18,19; Juan 3:16; Romanos 3:21-24; 1:16.
EL ARREPENTIMIENTO
Los luteranos enseñan que el arrepentimiento es el reconocimiento del pecado y el sincero pesar por el mismo, el arrepentimiento es una condición sin la cual ningún hombre puede tener la esperanza de ser salvo. Todo pecador verdaderamente arrepentido tiene asegurado el perdón gratuito y completo de Dios. Referencias: Isaías 55:6,7; Mateo 4:17; Marcos 1:15; Lucas 18:13,14; Hechos 2:38; 2Corintios 7:10.
LA FE
La fe es un don de Dios. La fe es plena confianza en la obra salvadora de Cristo. La fe no es un acto personal o un mérito humano, sino la obra del Espíritu Santo. Aquel que permanece en esta fe hasta el fin, será salvo real, plena y eternamente. Sin fe la salvación es imposible. Referencias: Juan 1:12, 16; Hechos 10:43; Gálatas 2:16; 1Corintios 12:3; 1 Pedro 1:5; Hechos 16:31; Mateo 24:13; Juan 3:36.
ESPÍRITU SANTO
Los luteranos enseñan que el Espíritu Santo es Dios, al igual que el Padre y el Hijo. Por lo tanto, no es una mera fuerza, poder o manifestación de Dios que esté a disposición del creyente. Él es quien opera en la persona el nuevo nacimiento o regeneración por medio del arrepentimiento y la fe. El bautismo del Espíritu Santo que se promete en la Biblia ocurre en el momento de la regeneración, y no necesariamente se manifiesta de un modo extraordinario. El Espíritu Santo habita en el creyente, lo hace hijo de Dios y lo une a la familia de la fe (la Iglesia); su permanencia le garantiza la salvación y su herencia en los cielos. El Espíritu Santo santifica al creyente, guiándolo a vivir bajo la voluntad de Dios. Los dones y frutos que da el Espíritu Santo son para el crecimiento del reino de Dios y no para provecho personal o como un fin en sí mismos. El Espíritu Santo actúa por medio de la Palabra de Dios, sea ésta escrita, hablada o visible -a través de los sacramentos-; y puede hacerlo en la forma que mejor le pareciere. La venida del Espíritu Santo inaugura los tiempos previos a la segunda venida de Jesucristo. Él resucitará a los creyentes y los glorificará. Referencias: Mateo 28:19; 1Corintios 2:11,12; Juan 16:8-11, Juan 3:8; Romanos 8:15-17; Tito 3:5-7; Efesios 1:13-14; 1 Tesalonicenses 4:7-8; Hechos 2:17; Romanos 8:11.
LA CONVERSIÓN A LA FE
Los luteranos enseñan que la conversión no es un mero cambio de conducta, sino un cambio de corazón, un renacer espiritual obrado por Dios a través de su Palabra en el hombre. Referencias: Joel 2:13; Ezequiel 11:19; Jeremías 31:18; Juan 1:12,13; Romanos 10:17; 1 Juan 5:1.
LA SANTIFICACIÓN
Los luteranos enseñan que la conducta y vida santificadas siguen a la conversión, y que son frutos y consecuencia de la fe. Todos los cristianos deben ser, y son, activos en buenas obras; aunque la santificación es progresiva, la perfección en ella no será alcanzada sino en la vida eterna. Referencias: Juan 3:3; 2Corintios 7:1; Gálatas 5:6, 25; 1 Tesalonicenses 4:7; Efesios 2:10; 1 Pedro 1:15; Romanos 7:15-25; Filipenses 3:12-14.
LA IGLESIA
Los luteranos enseñan que existe una iglesia invisible, que es el conjunto de todos aquellos que creen en Jesucristo como su señor y salvador; esa iglesia es una sola. Jesucristo es cabeza y Señor de la iglesia. Todos sus miembros gozan de iguales derechos. La iglesia verdadera está dondequiera que se conozca, crea y proclame activamente el evangelio de Cristo y durará para siempre. Los luteranos enseñan también que existe una iglesia cristiana visible, la cual se compone de todos aquellos que profesan la fe cristiana y se reúnen en torno a la palabra de Dios. Triste, sin embargo, es que, a causa de la inherente inclinación del hombre hacia el mal, en esta iglesia visible siempre hay hipócritas, defensores de falsas doctrinas y de prácticas no cristianas. Pero a pesar de eso, es deber de todo cristiano sincero buscar aquella parte de la iglesia visible que retiene la pura doctrina y la práctica correcta y unirse a ella. Referencias: Juan 18:36; Lucas 17:20, 21; Juan 8:31,32; 1Corintios 12:13; Efesios 1:22,23; 2:19-22; Mateo 16:18; 13:47,48; 22:2-14; 15:9; 1Corintios 11:18; Romanos 16:17; 2 Tesalonicenses 3:6,14; 2Corintios 6:14-18.
El luteranismo no esta de acuerdo con los sistemas jerárquicos de gobierno eclesiástico y sostiene la autonomía de la congregación local, que, sin embargo, está ligada a la palabra de Dios en enseñanza y práctica.
EL BAUTISMO
Los luteranos enseñan que el Bautismo es un lavamiento regenerador, divinamente instituido; se destina tanto a niños como a adultos, y que se puede aplicar lavando, rociando con agua o sumergiendo en ella. el Bautismo obra el perdón de los pecados, libra de la muerte y del diablo y da la salvación eterna a todos los que creen lo que dicen las palabras y promesas de Dios: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. Dios en su gracia, a todos los que reciben el bautismo con fe, les da el perdón de los pecados y la promesa de vida eterna. Referencias: Mateo 28:19; Tito 3:5; Marcos 10:14; Hechos 16:15; Hechos 22:16; 2:38; Marcos 16:16; Colosenses 2:12.
LA CENA DEL SEÑOR
Los luteranos enseñan que en el sacramento de la Santa Cena, el cuerpo y la sangre de Jesucristo están verdaderamente presentes en y con el pan y el vino, y son recibidos por todos los que comen y beben en la mesa del Señor. Los cristianos reciben el cuerpo y la sangre de Cristo para perdón de los pecados, fortalecimiento de su fe y crecimiento en la piedad. La Santa Cena debe darse solamente a aquellos que profesan la fe cristiana. La Santa Cena es la manifestación de la comunión con Dios y con los demás miembros de la iglesia. Referencias: Mateo 26:26-28; 1 Corintios 10:16; 11: 23-29.
LA ORACIÓN
Los luteranos enseñan que la oración es la comunicación de los cristianos con Dios. No es un acto por el cual se obtengan méritos o recompensas. Todo cristiano tiene el privilegio y la oportunidad de practicarla regularmente para provecho propio y para beneficio de otros, la oración hecha con fe, conforme a la voluntad de Dios, tiene la clara y segura promesa de que Dios la acepta y responde a su modo y a su tiempo. Referencias: Mateo 7:7,8; Salmo 50:15; 1 Timoteo 2:1, 8; 1Juan 5:14; Isaías 65:24; Mateo 21:22.
DIABLO E INFIERNO
Los luteranos enseñan que existe una gran hueste de espíritus (llamados “demonios” en la Biblia), dotados de poder, que son enemigos implacables de Dios y de su iglesia; estos, fueron lanzados al infierno que es el lugar de castigo. El castigo es lo opuesto a la vida y la salvación. Se lo suele describir como el fuego eterno o la eterna separación de Dios. En el día que Jesús regrese todos los hombres que murieron sin fe en Jesucristo serán destinados al infierno de tormento y condenación eterna. La existencia del infierno es una realidad que se basa en la autoridad de las Escrituras Reveladas. Referencias: Efesios 6:12; 1Pedro 5:8,9; Judas 6; Mateo 25:41; Isaías 66:24.
LA MUERTE Y EL MÁS ALLÁ
Los luteranos enseñan que la muerte terrenal es la separación del cuerpo y el alma. El cuerpo será resucitado el día en que Jesucristo regrese y se unirá nuevamente al alma. Todos los hombres serán juzgados por Jesucristo. Todos los creyentes en Jesucristo recibirán la vida eterna en el cielo, en cambio los no creyentes serán apartados de la presencia de Dios e irán a la condenación eterna. Referencias: Juan 5:28, 29; Mateo 25:31-46.